Por su forma, se pueden distinguir:
- lámparas de pie, las que se apoyan en el suelo.
- lámparas de mesa, aquellas que se sitúan sobre mesas.
- lámparas de techo, las que se cuelgan de lo alto.
- Antes de la invención de la luz eléctrica, las lámparas eran recipientes que contenían un líquido oleoso, que se hacía arder por medio de una mecha. El descubrimiento de la mecha, fibra de material combustible sumergida en grasa, se pierde en la oscuridad de los tiempos (se usaba ya en el neolítico superior). Con este descubrimiento nace la lámpara primitiva, que se reducía a una escudilla de piedra con una ranura para la mecha, hecha de musgo y una empuñadura para la mano lejos de la llama. De este tipo de lámparas se han hallado varios ejemplares del Neolítico. Estas lámparas de piedra siguen usándose por algunos pueblos primitivos como los esquimales aleutas de Alaska, usando como combustible aceite de ballena.
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